El faro de Dédalo. Por Luciano Molina
El autor es docente de Literatura en la provincia de Buenos Aires
Una manera única de
retratar el sentido de la vida, el pulso de las relaciones personales, los
vínculos entre los seres humanos, el statu quo de pueblo pequeño, los
prejuicios, el amor y el humor son temas que estoy seguro que pueblan tu
universo literario. Eso logré entrever, querida Gloria, al leer tu novela
"El faro de Dédalo", junto a mis alumnos. Imaginate cuántos tópicos
pudimos analizar en ella, cuántos intersticios del lenguaje: ciencia ficción,
distopía, mitos, laberintos, Ícaro Es una novela bellamente narrada, con un
registro en apariencia sencillo, pero muy difícil de lograr. “El faro…”, es una
novela de aprendizaje que golpea con cada una de las palabras dócilmente
seleccionadas, porque su protagonista debe atravesar situaciones difíciles y que,
a tientas, perplejo ante las circunstancias, siente que no hay otra forma de
descubrir el mundo que afrontarlo. El precio es alto: la impotencia que genera
la desigualdad, el dolor del abandono familiar o la pérdida de las ilusiones.
Cada uno de esos precios
implica pruebas de sufrimiento. Es inútil querer escapar de la búsqueda y
verdad que nos despierta la historia y eso es excelente porque quiere decir que
el mensaje no pasa desapercibido. Nos hizo reflexionar con mis alumnos acerca
de las experiencias duras, propias o cercanas, sobre esos obstáculos que
aparecen en el camino de la vida y nos hace abrir los ojos. Y en ese acto
revelador estamos construyendo identidad. Yo te agradezco por el placer de haber leído
esas páginas. Liliana Heker una vez dijo: “Lo que uno escribe tiene que ser mejor que el silencio" Y vos,
Gloria, sos hacedora de silencios. Todos los chicos estaban compenetrados con
la lectura. Pero más allá de eso que todo docente disfruta cuando existe una
obra que “conecta”, también hay silencios en tu novela, aquellos donde podemos
encontrarnos a nosotros mismos y por qué no, también salvarnos.
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