Presentación de No me tomés a la chacota
Profesora Cristina Garcia, en la ciudad de Pigué, Pcia de Buenos Aires. Octubre de 2018
Al leer No me tomes a la chacota de
Gloria Candioti quedé absolutamente prendada, tuve que caminarla varias veces,
hundirme en sus dichos, hasta descubrir porque. Descubrí que Ña dejaba de ser
un personaje de ficción para ir tomando identidad. Ella me remitió a una de mis
lecturas favoritas Santiago Kovadloff.
En El enigma del Sufrimiento, plantea
que el dolor es un Intruso que aparece sorpresivamente en la vida, golpeando a
la persona. Es una presencia extraña, irrumpe; perturba la paz de nuestra
subjetividad, provocando anomalía, crisis, y disonancias. El pasaje del dolor
al sufrimiento, para el autor habilita nueva identidad, es un tránsito a la vez
dramático y discontinuo; crítico pero absolutamente creativo. Este enigma deja
de serlo cuando es aceptado como cincel de la propia personalidad.
Kovadloff citando a
Vang Ghog nos invita a aceptar que el sufrimiento es lo único que tenemos que
aprehender en la vida y que, como tal, no es un saber constituido que uno pueda
proporcionar a otro. Es prueba, quebranto, es ofrenda que solo se reconoce
cuando se ha vivido y se transforma en aprendizaje, cuando se ha
incorporado a la propia vida.
Doña Chacota lo sabe
porque lo ha vivido, el lector atento lo percibe, porque su temperamento tiene
la sobriedad silenciosa de quien fue transformada por ese camino propio. Ella
sobrellevó la irrupción del Intruso (dolor). Lo dejó habitarla y en la
paciencia que da el tiempo, a fuerza de la palabra lo expulsó, transformándolo
en vida. Así fecundó; cuando logró resolver la tensión entre el Intruso y
su yo.
En Ña el paso se hace
visible, las historias le permitieron desplazar la tensión dramática de la
propia crisis anidada en su alma. Ella aceptando el ineludible devenir,
se transformó y habilitó una segunda identidad, un nuevo nacimiento. Se volvió una
mujer más dócil, más atenta y absolutamente plegada a la relación con los
demás. Accedió a una instancia superior del conocimiento de sí y de los
otros. Admitiendo su propio fracaso, se hizo más compañera del dolor de todo
aquel que se acerca al almacén. Ella es una experta habilitadora del
quizá, del replanteo, de lo nuevo, de la donación de sí, en cada palabra. Sin
proponérselo explícitamente va generando vida, “otra cosa” que empieza a ser
potencia en el otro.
Esto convierte a Ña en
una mujer entrañable, esas personas simples que viven en los pueblos y que son
portadoras de una belleza particular, porque poseen una sabiduría propia.
Sufrió un desengaño amoroso, que la marcó, pero del que se aleja contando
historias. Las palabras son un muro que la separa del dolor, a la vez que un
filtro que transforma todo lo que toca, puentes que la empujan hacia
adelante, a la relación con todos. Una música que acompaña y acaricia el alma y
que uno va percibiendo en la medida que se acerca a la tienda.
Es una gran narradora
de historias, que ha fraguado y con las que contribuye a forjar la identidad de
sus clientes. Es una exquisita dimensión de la literatura oral lo que ella nos
ofrece. Las palabras y los gestos de los clientes operan como disparador
en su mente, y así se despliegan ríos de historias, que envuelven y transforman
también a Damián, un adolescente, urbano y un poco triste que ha
llegado al pueblo a pasar el verano en casa de sus tíos y su primo Marcos.
Damián también
esconde un conflicto. El gran Intruso se ha colado en su alma, lo tiene
inquieto, le punza el corazón, interfiriendo en su vida. No ha tenido un buen
año, ni escolar, ni personal por eso los padres lo envían al pueblo, donde
habita Ña, a pasar las vacaciones a casa de sus tíos. Hasta aquí un relato
simple, entrañable y conmovedor que a mi inmediatamente me disparó analogías.
Gloria Candioti nos
hace disfrutar inventando un universo que nos recuerda que las palabras vienen
de lejos, circulan, trabajan en la mente de las personas para quedarse, porque
ellas encierran vida. Se asientan, comunican y promueven el encuentro.
Las palabras dan
vueltas por las calles, crecen, pasean por las casas y luego se acomodan. Para
instalarse al fin, en quién las propaga. Bailan, dice en un momento, si se las
cuenta con sentimiento.
Es clara la
primera inflexión: las palabras dichas con sentimiento producen un cambio en quién
sabe escuchar con atención, como le sucedió a Damián. El chico queda impactado
por esta mujer, se fascina escuchándola. Ella desvela casi sin quererlo una
nueva identidad del joven, que cuando regrese a la capital después de las
vacaciones se sorprenderá distinto, cambiado.
Damián como Ña
hizo el pasaje que describe Kovadlof, ya no es el que fue, ni tampoco su dolor
transitado, sino algo
que está en el medio, una nueva persona, más consiente de sí, que
al aceptar su desafío habilitó energías recónditas y desconocidas de su equipo
básico de humanidad.
Las historias también
cuentan de uno, dice la Tía Mabel, o le hablan a uno. En el cruce precioso de
esta trama, los personajes están buscando su identidad, esa que llevamos
dentro, desde el primer momento de la vida, pero que debemos descifrar en el
contacto con la propia historia. A Ña las palabras la abren a donarse en cada
momento, hasta olvidarse de su propio dolor. Segunda inflexión, Se le volvió costumbre contarlas, y
ella se va transformando con cada una.
Hay que tener cuidado
con lo que se dice, observa. En este andar de cuento, ella asumió su destino y
ayudó a tantos a asumirlo, amando la realidad en cada detalle, con sus gestos y
con cada palabra. Lo más lindo que Ña tiene es el Amor con que cuenta y el
Tiempo que le dedica.
A Damián estas
historias lo sacuden de su aparente distracción, lo mueven, porque antes lo
conmovieron. Como él cada uno de nosotros al atrevernos a realizar con simpleza
este viaje, asumimos una de las objeciones más hostiles de la vida actual: el
sufrimiento. El sufrimiento es parto, fecundidad, prueba, que le permite
hacer la travesía de salir del propio narcicismo al encuentro de la vida
que viene. Será otro. Más dueño de sí, seguro y libre.
Las palabras lo
sanaron. ¿Dónde obtuvo estos conjuros? De la relación con Ña, de las historias,
de la propia vida recreada con un nuevo significado. Aún y a través de la dificultad. Ir más allá lo conduce al jubileo tercera
inflexión, un tiempo de gracia en el que se disuelve el yugo de la aparente
opresión.
Que recurso la
literatura como herramienta en la búsqueda de la identidad. Es una clave
facilitadora, porque favorece la empatía y promueve a la comunicación.
El desafío de Ña es la
aventura de cada uno de nosotros: crear vínculo y forjar identidad. Es
fascinante asumir esta aventura en la vida.
Profesora Cristina
García
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